Wednesday, July 02, 2008

...De las torturas.


La demostración de poder por parte del Gobierno Militar, se vio reflejada en las desapariciones, vejámenes y torturas, impartidas hacia chilenos considerados indeseables y antipatriotas, por parte de un régimen que aborrecía la sombra oscura del “marxismo” (ideología vieja y utópica por estos días). Mucho cuenta Olga Grau sobre esto, en donde relata y analiza la perdida moral del torturador, y de un régimen avalado por números de política exterior. “Cómo pensar el futuro desde las soluciones de reparación ofrecidas a quienes han padecido el desaparecimiento de sus seres queridos. O de las de indemnización a los torturados. Cuánto vale, qué precio tiene, cómo se transa una tortura; que parte del cuerpo tiene más valor, que tipo de instrumento de tortura aplicado al cuerpo le da otro precio, lo capitaliza. La indemnización puede ser un obsequio envenenado, adquirido en el mercado de la política donde se negocian intereses entre quienes tienen el poder. Es imposible la reparación total a la quebradura del cuerpo, a la desolación vivida”.[1] Desde luego no olvidemos que el golpe de 1973, destituyo las bases de la institucionalidad en Chile, asumiendo un grupo de militares amparados por la burguesía capitalista, esa que hoy domina económicamente y que es parte de todo nuestro sistema, claro referente de globalización, donde en América Latina la izquierda ha perdido todo referente político. Desde esa perspectiva los grupos y sectores populares debieron adaptarse a los cambios, en donde la relación entre el Estado y la sociedad se producía en el ámbito de la productividad y adaptación.[2] Desde esa perspectiva el Estado-neoliberal obliga a las masas a un comportamiento uniforme o de otro modo se aplica represión. Los sectores populares se vieron afectados en todas las vías aparentes desde su marginalidad política hasta la represión física, así engendrando herederos de la eterna exclusión social, representados por movimientos subversivos y sociales, que lucharon incansablemente por la restauración de la democracia en Chile. Democracia aparente administrada por pseudos-socialistas que habitaron con el hostigamiento y la represión, pero que hoy juegan en el mismo bando. Las principales transformaciones del Estado Benefactor y gracias al Consenso de Washington en 1980, en donde se proponen varios cambios estructurales hacia el Estado. La aplicación de que el Estado cumpla un rol neutral y subsidiario, en donde se apliquen privatizaciones, menos gasto público y protección a la propiedad privada etc. Se descentralizaron los servicios de salud pública y la educación, en el caso de la educación, las escuelas que pasaron a la administración municipal y otras al sector privado (Particulares subvencionado, a través de un pago por alumno, dirigidos por sostenedores). El sistema de salud también pasó por transformaciones como la creación de las Instituciones de Salud Previsional (ISAPRES), que se implantaron a la falta de recursos, ineficiencia y la gran cantidad de personas que el sistema de salud debía atender. En el año 1981 el Estado decide reformar el sistema previsional, remplazándolo por uno privado de capitalización individual (Administradoras de Fondos de Pensiones), así el trabajador nuevo, ese que se integra al demandado régimen laboral se ve obligado a cotizar en el nuevo sistema, de esta manera termina con el antiguo sistema de los Fondos de reparto. A partir de 1983, debido a una evidente flexibilidad del gobierno y lo problemas económicos que afectaban a la clase media y los sectores mas pobres, empezaron a sobresalir manifestaciones callejeras en donde los cacerolazos al anochecer hacían demostrar el descontento del pueblo, que poco apoco veían como florecían nuevos movimientos populares de resistencia. Resistencia que se vio reflejada en una consecución de hechos que irían de manera ascendente hasta la recuperación de la supuesta “Democracia” o como era su eslogan “La alegría ya viene”. Alegría que se ha tardado la misma cantidad de años que la dictadura militar, en donde los gobiernos de turno han invertido y desarrollado una trama mediática, y política para mantenerse en el poder. “Negocio redondo” para esos grupos políticos que se alimentan del pasado obteniendo toda clase de dividendo. No obstante los grupos sociales formados en los ochenta, dejaron una clara demostración de un pueblo descontento y participativo como en los sesenta. Todo pueblo se manifiesta ante un descontento general o como dice Tironi; “los pobladores apuntan básicamente a la defensa frente a los efectos desintegrativos de la situación económica”[3]. Bueno es evidente que este cambio producido en los noventa, en donde se recupero la “Democracia” (entiéndase como concepto, razón de la transición) llevo a un cambio político y social. El Estado no pudo separarse completamente del modelo económico heredado por la dictadura, desde esa perspectiva miramos como una demagogia política nos envuelve y nos transforma en una sociedad sinérgica con el modelo neoliberal. El Estado “democrático” no es capaz de asumir la justicia social y se ha dejado dominar por el sistema imperante.
[1] Olga Grau, “Memoria y representación: cuerpos y lenguajes heridos”. Revista Utopías, 2003, santiago.
[2] * Lo que ha traído como consecuencia para nuestras sociedades, la adquisición de pautas de vida y de consumo identificados con el mercado. Las relaciones sociales se pierden y se enajenan unas contra otras creando una soledad emocional, en donde solo lo material es capaz de llenar o mas bien actúa como un placebo espiritual, pero que termina cuando se pierde el sentido o se toma conciencia del vicio de forma circular que impone el medio.
[3] Tironi, Eugenio. Pobladores e integración social. Ed Sur, Santiago. pp71. * Esto refleja la importante posición que heredan las clases populares en función de exclamar derechos adquiridos en una sociedad moderna y democrática.

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